Un día decido ir contramarea, romper estereotipos, paradigmas y etiquetas, ¿A qué costo? Ser prisionera en mi propia casa, sin poder decidir, hacer, crear simplemente vivir como un robot que tiene prohibido pensar, sentir y cansarse
¿Cuánto cuesta mi libertad?
Lo sigo pagando... Chismes, historias dónde la mala del cuento soy yo, arrastrando en mi historia un lastre, zángano, que no sabe soltarme. Y solo sabe hacer daño.